viernes, 12 de agosto de 2011

Un poco de realidad.

No puedo escribir sin antes pensar en lo enojada y molesta que estoy. No es por victimizarme, pero en cierta parte, la que siempre sufre el daño soy yo. Y esta vez me canse. Me canse de tener que lidiar con este malestar todo el tiempo y ser la única que lo hace, porque, si vamos a hablar en serio, a los demás les importa tres carajos. Entonces, ¿qué problema me hago yo? Seré una estúpida que siempre sufre y llora en silencio, o soy una sentimental del orto que ama a todo el mundo mientras a todo el mundo le chupo un huevo.
Bueno, esta bien, no voy a devolver con la misma moneda, porque no me gustaría hacerlo y tampoco soy así. Pero no voy a ser la misma. Me prometí dejar de sufrir por personas que en realidad nunca valieron la pena y que tanto daño me hicieron, y cada día me voy dando cuenta que tengo razón. Voy en proceso, trato de hacer oídos sordos a palabras necias, aunque muchas veces, tenga que dejar intactos mis cinco sentidos si no quiero empezar a gritarle en la cara y en un dos por tres arrancarle un par de pelos. Pero, por más de que trate protegerme con este especie de caparazón, muy en el fondo me duele...
Ya no es enojo lo que siento, es más dolor y tristeza al sentirle el gustito a la decepción y darme cuenta que fui la única a la que le dolió. ¿Estoy exagerando? ¿Será que te quería mucho como para darme cuenta que no estas siento cien por ciento verdadera conmigo?
Amiga mía. Tan solo pretendo que cuentes conmigo.

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