lunes, 28 de noviembre de 2011

X

No es un dolor de estómago, tampoco son nervios por la bienvenida a algo nuevo...es un dolor tan negro y humillante que no me deja respirar. Dios mio, te necesito, te necesito porque se que sos el único que esta a mi lado, porque cuando todos me dan la espalda aun así no me siento del todo sola, se que tengo un ángel de la guarda, que me cuida y me ve. Perdón Dios, perdón por ser tan débil, pero soy una chica de quince años, que tipo de decisión puedo tomar? No entiendo nada del mundo, Dios, ayudame, se que no merezco tu compañía, se que te rechace, mi Dios, y recién ahora, cuando el dolor me ahoga, puedo verlo. Que tengo para dar? Que tengo para recibir? Necesito un guía, necesito una presencia que cautive mis pensamientos y me aparte de ellos, te necesito, no se a quien le hablo, pero aquel que siente pena por mi, que le doy lástima, esa es la persona por la cual tantas lágrimas saque de mi corazón. Cierro los ojos y las mejillas se me mojan, las manos me tiemblan y siento un golpe en el estómago: tengo ganas de llorar.

Me tranquilice, gracias Dios, aunque las penas siguen...

Pedí ayuda ayer en la noche, cuando esa oscuridad me llevaba y me consumía, pero ahora estoy en estado neutro, si me pongo a pensar las cosas, tal vez solo tal vez no sea la muerte de nadie, pero entonces, ¿por qué me causa tanto dolor? ¿qué es lo que estoy haciendo mal? quizás solo sea producto de mi imaginación, pero aún puedo sentir ese malestar estomacal, tan duro y profundo que casi reviento en llano frente a muchas personas.
Un simple sueño, tan simple que parece irreal, magníficamente irreal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario