Tengo una hermana.
Si, una hermana. Se llama Isabella, llega casi a los cuatro kilos, va por los 60 y pico cm y es lo más importante que me paso en mis 15 años de vida, trayendo paz y amor a mis días, algo por lo cual sonreír, algo en que pensar, algo tan inocente y puro..."algo" ese algo, esa pizca de felicidad, ese órgano que produce latidos y que me permite respirar, ese oxigeno que vuela a mis alrededores, ese momento de mi vida en el que grito a lo alto: ¡Gracias Dios por darme esta vida! Eso es mi hermana. Dándome todo lo que necesite. Haciéndome sentir una estúpida a su lado, un gigante bobo que no hace más con su vida que dormir y comer. Pensé que nunca iba a llegar este momento, que me iba a morir deseando este sentimiento. Agradezco tener mi edad para sentirlo diferente y único. No es normal, no es algo que me pasa todos los días. Esto es todo lo que siempre pedí, una compañía, alguien a quien acudir, una prueba de que no estoy sola en el mundo. Y sin previo aviso, llegaste...Isabella, llegaste sin más. Sin avisar, sin permitir prepararme. En realidad, si, si lo sabía, si estaba al tanto, pero mi cabeza estaba cerrada y se negaba a admitir lo que vendría, un tema complicado, no lo viví de la mejor manera, pero al recibir el mensaje de nuestro papá diciendo: Ya nació (no me acuerdo con exactitud) sin dudarlo, mis lagrimas atravesaron mis mejillas y mi corazón dio un vuelco. Habías nacido, no sabía porque lloraba, no sabía que sentía, no sabia quien eras...
lo único que sabía era que te quería, ya sin más.
Isabella, mi hermana, que locura decirte así, pero agradezco poder llamarte de esa manera. Te quiero, mi beba, te quiero con un amor especial, nunca lo espere, ni tampoco lo conozco, estoy empezando a experimentar, y vos me estas enseñando. Me estas enseñando a aprender que hay millones de amores, y millones de dolores, que todo tiene un lado bueno, mínimo, escondido...pero hay. Que siempre, al final de todos los tiempos, el cielo siempre es azul, que tenemos que estar agradecidos de lo que tenemos, que el amor que tengo hacia vos, no se compara con ningún otro, como dije, es especial.
Isabella, reina de mi corazón, ¿queda más para decirte? bienvenida al mundo, al siglo XXI, al año 2011, a mi familia, bienvenida a mi vida. Hace exactamente tres días que cumpliste un mes de vida. ¿Un mes? ¿Tan rápido? Como pasa el tiempo cuando estas enamorada... sabes, te voy a contar una cosa: Cuando te tengo en brazos, y me miras con esos
ojos grandes y negros como la noche, siempre tiendo a reírme, si, como una tarada, como alguien que la vida le regala sonrisas, como un ser extraño que por alguna razón esta mostrando su dentadura al mundo y lanzando una carcajada de aquellas, como una persona que por lo único que vive es por dejar entrar el aire a sus pulmones. La verdad que hasta ahora no encuentro un por qué. Me das demasiada ternura, y si pudiera te pondría en mi plato del almuerzo y te comería entera. También te quiero contar, que cuando haces esas muecas tan graciosas el corazón se me derrite, sos un bomboncito de chocolate que lo único que hace es provocar que te de millones de besos molestos, como también provocas que te cambie de posición una y mil veces, porque me dan ganas de abrazarte y no soltarte nunca más, de apretarte contra mi pecho y, si eso no te separa de mí jamás, dejarte sin aire.
Isabella, como el titulo lo expresa sos mi equilibrio. Al pensar en vos, observo las cosas más detalladamente y pienso 10 veces más las cosas, vuelvo a mi centro, me concentro, pienso y actuó. Solo pensando en vos.
Isabella, cuando me enteré de la noticia, no quería otra cosa en la vida que salir a la vereda y gritarle al mundo entero que había llegado a la vida la persona más especial. Cuando supe de tu existencia, no pensaba en otra cosa que en mirarte, observarte y poder decirte: sos mi hermana. No había cosa que más deseara que sentirte en mis brazos y al oído susurrarte cuando te quiero. No había algo que deseara más. Al estar en llamas por no poder cumplir esos deseos, casi rompo todo lo que tenía a mi alcance. ¿Por qué yo no? ¿Por qué yo no si soy la hermana? y como era de esperar...las lágrimas hicieron su aparición. Llegaron para hacerme sentir inferior, para desvalorizarme y simplemente, para hacerme sentir una más. Pero, siempre pensando en vos, pude volver a tranquilizarme una vez más, esperando siempre el momento adecuado para verte.
Isabella, el día de mi visita, sentía el corazón golpear con fuerza mi pecho, sentía que se iba a salir de lugar. Quería saltar y reír a toda costa, pero en vez de eso, tenía bastantes cosas que estudiar. Pero, ¿quién pensaba en geografía cuando vas a conocer a tu hermana por primera vez? que locura, y así me fue...
Cuando llegué, me sentía una ciega, sorda y muda. No era capas de ver nada, solo quería tenerte y conocerte.
Isabella, cuando te vi, sentí como mi mundo se incorporo y volví a mis cinco sentidos, sentí el gusto más poderoso de la felicidad, sentí tu inocencia en cada respiro, te sentí, hermana, te sentí. Eras tan chiquita que me sorprendió, pensé que ibas a ser mucho más grande, pero no, eras chiquita y estabas durmiendo, tan hermosa. Cuando me permitieron tenerte en brazos, me sentía estúpida (por enésima vez) porque no tenía ni la menor idea de como agarrarte, NADA, Isabella, no tenía idea de nada, pero al fin y al cabo te alcé. Sin que nadie me viera deje correr una lágrima por mi rostro, permitiendo disfrutar de ese momento y si es posible detener el tiempo en ese lugar, con vos. No podía creer lo que estaba viendo, eras vos, una locura, era mi hermana, tiene vida, es de carne y hueso, y existe. Eras vos.
Isabella, como si todo estuviera echo para hacerme sentir la máxima alegría, luego de unos minutos abriste los ojos, me miraste, con tu vista perdida. Me miraste, y fue en ese preciso momento en el que todo cambió. Basta, basta de dolor, basta de angustia, ya ni siquiera sabía quien era, solo sabía que tenía una hermana y que en esos momentos estaba mirándome. Tus ojos, grandes y echos,hipnotizantes y claros, fijos en mí. Sentí una oleada de calor envolverme por completo y fue cuando supe lo importante que te volviste, con solo mirarme princesa, sabía que nunca te iba a poder dejar, y que tampoco nunca te iba a poder ignorar. Te volviste mi máxima locura y agradezco al mundo en general por traerte a mi lado. Gracias a los causantes de mi dolor, pagaría toda la fortuna del mundo por verles la cara de frustración al ver lo feliz que me volví, gracias a la gente que me acompañó en esta etapa de cambios y de "dolor". Gracias a mi mamá, que siempre recibí su apoyo diciéndome: donde vos vayas, yo voy. Lo que vos elijas esta bien. Gracias vieja. Gracias a todos, buenos malos, amigos enemigos, gordos flacos, rubios morochos, altos bajos, a absolutamente todo el mundo, porque se que, los que me hicieron bien y los que me hicieron mal aportaron algo, por mínimo que sea, para que el amor que le tengo a mi hermana sea más grande del que imagine.
La sonrisa que en 7 meses se me iba a borrar ahora se transformó en una carcajada, en una risa, en una alegría y en millones de lágrimas de felicidad. Ojalá pudieras leer esto y saber que gracias a toda tu mierda, soy más feliz que nunca, porque lo único que me importa en esta vida es mi mamá, mi abuela, mis amigos, mi hermana y su familia. Lo demás, lo dejo para los demás. Yo tengo algo con que entretenerme.
Te quiero, Isabella, te quiero luz de mis ojos, te quiero por las cosquillas que me provocas, por el sonido de mi corazón al tenerte, por la angustia que me provoca no verte todos los días y simplemente te quiero porque mi sangre corre por tus venas y porque
este mundo nos permitió una vida juntas. Sin más, una vida juntas hermana. Te quiero Isabella Santa Cruz.
 |
Esa fue la vez que te conocí, y fue la primera foto que saliste con los ojos abiertos, con esos ojos me miraste. |