jueves, 2 de diciembre de 2010

Camino en un desierto.

Una vez creí que nada iba a pasarme...
Que nada ni nadie lograría lastimarme, ¿Donde están esos pensamientos? En el rincón más angosto de mi mente.
Una vez pensé que nadie iba a matarme.
 
Nadie va a matarme. Seguramente, la vida misma quiera sacarme del mundo, pero esa no es decisión mía.
No quiero llorar. 
No quiero estar envuelta en penas. ¿Podré lograrlo? ¿Podré sentir mi corazón plasmado de alegría mientras el mundo se cae en pedazos? No creo poder ser tan ignorante.
Justamente yo, no creo que pueda evitar llorar. Soy demasiado sensible, y mi corazón es débil, con un golpe, cae...
Ojala pudiera sentir el aire golpear mis pulmones cada vez que respire oxigeno, ojala pudiera lanzar una carcajada, cada vez que la brisa acaricia mi rostro. No puedo... no puedo sonreír cuando mi alma siente una pena enorme.
- Estoy mal, tengo mis grandes razones, no me cuestiones, confia en mi y solamente regalame una sonrisa, y brindame el más cálido abrazo que hayas dado en tu vida.

Soy débil, y me caigo fácilmente, pero por la cantidad de caídas, y la rapidez de su llegada, pude aprender a levantarme, cuando todo el mundo, se apenaba por mi. Gracias, estoy acá, completa y con todos los huesos, hoy no es tiempo de llorar, por una vez en la vida, quiero dejar entrar el aire en mi pecho, y suspirar al sentirlo. No voy a llorar, mis ojos se agotaron, piden un descanso. Hoy, hoy quiero reír, y si no tengo de que, voy a reírme de mi misma ¿razones? Tengo vida, es lo importante...

No hay comentarios:

Publicar un comentario