Se había cumplido una semana de la vez que decidiste sonreírme con lágrimas en los ojos, mientras en palabras, te alejabas de mí, y te lloré cada vez que el sol se apagaba, junto con mis emociones, y me abracé al invierno que tanto me cantaste aquel martes de frío.
"Luz" me dijiste, me rogabas con tu tono de voz que te mirara, me suplicabas con la respiración agitada que te perdonara, ¿cómo hacerlo?¿cómo afrontar éste invierno? No te pude decir nada, recordarás que mis lágrimas me lo impidieron, pero cuando salí de tu casa, algo más dejé por las veredas aparte de tu presencia, dejé todo lo que tenía para decirte, lo perdí entre susurros en mi cabeza, y aunque hoy todavía retumban, perdí las esperanzas de algún momento volver a acomodarte ese mechón que se te escapa mientras te cuento todo lo que me pasó.
Nunca conocí el sentimiento de pérdida, nunca experimenté tener a alguien cerca mío y a la vez tan lejos, cómo puedo seguir pensándote todos los días, abrazándote en sueños, hablándote en canciones, y...vos tan lejos, tan ausente.
La sensación de que te quitaron una parte de tu cuerpo, una extencion de tu esencia es similar a la de quererse muerto, la de quererse dormido, la de quererse (y estar) en el invierno más frío de mi vida.
El miércoles a la mañana todavía la brisa seguía golpeándome las mejillas, y congelándome la nariz, pero ya no lloraba, tal vez el frío incluso había congelado las ganas de llorar, ojalá fuera así.
El "seguir con la vida" es complicado para quien necesita una pausa en su rutina, fumarse un pucho mientras contas las estrellas y cerras los ojos para sentir el aroma de la noche, pero vos...vos no me diste tiempo a eso, vos te fuiste un martes, y nunca volviste, vos trajiste un invierno que no puedo calmar y voces que no puedo callar, me dejaste con los ojos abiertos y con el té a medio terminar, y así como si nada, como tan difícil fue llegar, tan fácil fue irte...y te fuiste.
Toda mi vida continuó en bufandas y con distintos pares de medias todos los días, las horas pasaban, tres tasas de café por día, risas muy de menos, y las lágrimas se congelaban. ¿Cómo sigo después de ésto? ¿cómo controlar los impulsos de extrañarte que tengo? ¿a quién tengo que preguntarle por qué te fuiste? ¿a quién preguntarle si me seguís extrañando? ¿me amarás todavía, o dejaste de hacerlo? ¿cuándo tus besos comenzaron a ser secos? ¿cuándo...?
Vos toma ésto y te olvidas de todo. Eso me dijo una amiga, muy amiga, pero tan amiga que sin embargo no supo que el dolor no se olvida aún con la droga más efectiva de todas, lo que hace es aumentarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario