Bueno, ¿quién dijo que la soledad es una enfermedad?
Muchas veces pensamos que las personas solitarias son tristes, o que les pasó algo tan terrible que las obligó a quedar solitarias, a escuchar sus latidos y sentir su silencio, disfrutarlo.
Pero, ¿qué pasa cuando la soledad es una decisión? ¿será difícil asumirla?
Hoy vengo a contar algo que no sé, por lo que no viví, algo de lo que voy a hablar pero que no estoy segura, voy a hablar de temas que desconozco, y desconozco tanto que me gustaría aprenderlo e incluso vivirlo.
La soledad.
Existen personas a las cuales no les gusta estar solas, e incluso eso las deprime o las pone tristes. Por el contrario, hay otras personas que disfrutan de su mera compañía, de pasar tiempitos de lectura con algún autor famoso, o de escuchar música mirando al cielo, y me parece algo hermoso. Me gusta el tiempo a solas, me gusta abrigarme, sentarme donde pueda respirar aire ajeno, cerrar los ojos mientras escucho melodías que más que música, son terapias. Me gusta todo eso, lo disfruto, quisiera poder disfrutarlo más, pero aún con ese poquito placer, lo disfruto.
Ahora me gustaría que otras brisas me acaricien, que otros paisajes me inunden los ojos, y que otro sol alumbre mis deseos, pero es el lugar que ya conozco, y que podría llamar me hogar. Estoy necesitando un poquito más, algo un poco más nuevo, ya sabes...otros hogares que visitar y ver otros árboles, otras caras, mmm, otro cielo.
Llamalo soledad, llamalo respirar aire nuevo, llamado cambio de aire, llamalo vacaciones, llamalo como más quieras, pero necesito irme, un poco bastante lejos, descansar la cabeza, ir hacia otro tiempito compartido, conmigo misma, y tener frío, que la brisa me cubra todo el cuerpo y más allá de eso...que me duelan los pies de tanto caminar, que tengas ganas de tomar un café con leche, con mucho café y con mucha leche, que me den ganas de dar un abrazo, querer escuchar una guitarra, querer leer unas líneas, querer charlar de la vida y de la muerte, apurarme por comer, pensar en el mañana, estar cansada, estar tan cansada de ser feliz que hasta quisiera dormirme mirando al cielo tan oscuro que casi ni parece cielo, me gustaría quedarme despierta sin tener miedo, sin tener temor a que ya es tarde, que hay que volver a soñar, porque la gente mala es mala con aquellos despiertos, me gustaría.
Y quiero irme, mucho quiero irme, no porque no me guste estar acá, al contrario, me gusta, disfruto sus besos, disfruto sus dibujos, me gustan sus comidas lights, disfruto de las risas, me gusta estar para algo, pero ya fue suficiente de todo lo mismo.
Amerita un cielo que no mirará, así yo perderé el miedo a volar, cuando no contestas y desapareces, serenamente llena el vacio de las ausencias como un niño dentro de mi, quede en cuando en cuando tira un consejo y se echa otra vez a dormir.
Ya abra tiempo de volar lejos, de respirar nuevo, y de extrañar viejo, mientras tanto, seguiremos soñando en alto, escuchando música que me lleve a donde quisiera estar, y cuando no me de cuenta, porque la cabeza no me dejé pensar...allí estaremos, donde siempre tuvimos que estar.